miércoles, 8 de julio de 2009

crimen irreparable

CRIMEN IRREPARABLE
El ministro de Ambiente, Carlos Costa, tiene todas las credenciales para ser un buen defensor de la Naturaleza. Pero la misión encomendada no es protegerla sino encarnarse en lacayo del ministro de Minas, Hernán Martínez, y respaldar las ansias depredadoras de este gobierno. Y doy fe de que lo hace divinamente.Prefiere enriquecer multinacionales que asegurar el patrimonio verde colombiano; destruir territorios protegidos y anegar tierras fértiles antes que garantizar su conservación.Cree, al igual que sus compañeros de gabinete e infinidad de compatriotas, liderados por irresponsables como Martínez, que la selva y los bosques son eternos y que desviar ríos, arrasar páramos, agotar existencias de agua para dejar que compañías foráneas y nacionales exploten minas de carbón y oro son daños colaterales del progreso.Pero el ministro citado, al igual que el de Minas, tiene más delito que el ciudadano de a pie porque son expertos y conscientes de la catástrofe ambiental que están creando. Lo que pasa es que prefieren las aparentes ganancias inmediatas a los beneficios futuros. ¿Cómo puede el responsable de la cartera de Ambiente, si le queda un ápice de ética, defender la mina de oro de Cajamarca, que acabará con una reserva forestal de valor incalculable, alegando que creará tres mil puestos de trabajo? Cómo será de falaz su argumento que en el mismo Tolima, la Asamblea, Cortolima, algunos alcaldes y la sociedad civil se oponen porque ven llegar el desastre disfrazado de espejitos.No contento con dejar que prime la avaricia de las compañías mineras, no se le ocurre otra cosa que poner la zorra a cuidar el gallinero. En la licencia de exploración de AngloGold en Cajamarca, válida para tres años, quien determina si respeta el entorno natural no es el Ministerio u otro organismo técnico. No, es la propia empresa. Así de idiotas nos consideran.Y luego están las autorizaciones para arrasar municipios bellos en contra de sus habitantes. Como Nuevo Colón, en Boyacá. No tiene sentido que el Estado central ignore a los interesados, que son los campesinos, y siga adelante con sus proyectos destructivos. En ese pueblito quieren mantener sus cultivos de frutales, su valle verde, sus caños y su vida sana. Pues, no, señores. El Gobierno les tiene un regalo envenenado: una mina de carbón que los hará infelices, arruinará sus vidas y los terminará por expulsar a las barriadas pobres de las ciudades, cuando sus sembrados ya no den cosechas y el lugar se vuelva irrespirable. Eso, ministros, Gobierno, también se llama desplazamiento forzado.Y si hablamos de páramos, el terror se duplica. Me atrevería a decir que destruirlos es un crimen de lesa humanidad, que en el futuro los insensatos que lo cometan pagarán con penas de cárcel mayores que las del homicidio. Porque es un magnicidio a largo plazo. Sin agua, sin comida suficiente, en unos lustros las guerras ya no serán contra fanáticos religiosos sino por los escasos recursos. Lástima que la ley no tendrá efectos retroactivos.Este gobierno aún no ha entendido que la Drummond, compañía nociva donde las haya, que continúa impasible la ampliación gigantesca de su mina a cielo abierto en el Cesar, es letal como una bomba atómica porque su pedazo de Tierra lo extinguen para siempre.

COMENTARIO
Acerca de este problema ya se ha hablado mucho pero lo que no sabíamos era que el ministro de ambiente apoyaba a los multinacionales no se supone que su función es velar por el bienestar del medio ambiente; pues esa es la idea que se tiene pues si estudio para si que la falta ética mejor hubiera estudiado para ganar plata a costas de la vida de los demás. Por que todo lo que tiene que ver con medio ambiente nos afecta a todos o es que acaso no necesitamos de la reserva natural.

martes, 7 de julio de 2009

nuevo contrato social

NUEVO CONTRATO SOCIAL
Acaso estamos sufriendo de miopía o es que nos gusta hacernos los ciegos-sordos no es posible que todo nos pase por las narices y no hagamos nada, pero lo mas increíble de todo es que le damos importancia a otras cosa que no ayudan en nada, pero como así es la vida todos piensan en el yo y nadie mas que el yo, en conclusión si yo estoy bien los demás no me importan. Acaso nos seres humanos que sienten, pues parece que no; pues no es posible que vemos como muchas personas se mueren de hambre y no hacemos nada, o personas si un techo donde dormir. Pero lo peor es que nos dejamos manipular por los mas grandes no se supone que existe la democracia, pues al parecer no, pues es una sola persona la que toma la decisión de todos. Pero el final somos nosotros mismos los que nos estamos matando, poco a poco pero a todos nos afectara.
COHESION SOCIAL Casi nadie se enteró de que el otro día hubo un debate en una comisión del Congreso sobre el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, tan perjudicial para Colombia como el TLC con los Estados Unidos. Nadie se enteró porque se discutía también la farsa de la reforma politiquera, y para los políticos lo más importante son las cosas de comer.
Sus cosas de comer. Porque el TLC afecta, disminuyéndolas, las cosas de comer de todos los colombianos (salvo las de unos cuantos avivatos). Los Tratados de Libre Comercio han sido presentados por sus defensores como creadores de vastos mercados económicos igualitarios, favorables para todos los participantes. El ejemplo más citado es la Unión Europea, justamente, que, globalmente hablando, ha sido exitosísima para todos sus miembros, tanto tomados uno por uno como en su conjunto. Pero si lo ha sido es porque constituye una suma de iguales, así en la práctica haya habido entre unos y otros, en el origen, diferencias gigantescas. La suma de, digamos, Irlanda y Alemania ha favorecido prodigiosamente a la pequeña Irlanda, pero a la poderosa Alemania sólo en el corto plazo la ha afectado negativamente (y de modo casi imperceptible), para favorecerla también a ella a la larga. Todos salen ganando en esa suma, Francia y Polonia, España y Grecia y el Reino Unido, porque, insisto como Perogrullo, es una suma. Una colaboración. Una alianza.Los Tratados de Libre Comercio, en cambio, no son una suma sino una división: una competencia entre países de economías desiguales. Lo contrario de una unión (como la UE o los propios Estados Unidos). El TLC firmado con la UE no sumaría a Colombia con Alemania, digamos, sino que la pondría de frente a competir con ella. Y no sólo con ella, sino con algo aún más potente, como es la UE entera de la que Alemania forma parte. El senador Jorge Enrique Robledo, que es uno de los pocos que han mantenido en la crítica de los TLC una posición perseverante (como la que han mantenido los negociadores de enfrente en el abuso de poder, y los de este lado en el arrodillamiento) hizo el cálculo de que la economía conjunta de la Unión Europea es "setenta y un veces más poderosa" que la de Colombia. Y sin embargo de lado y lado juegan con la falacia descarada de que se trata de una negociación "de igual a igual". Como en George Orwell, un autor cada día más inevitable, hay unos "más iguales que otros". Y ese trato chanzudo, de igual a igual, entre dos desiguales, concluye en acuerdos aún más inequitativos y desequilibrados que las reglas fijadas por la Organización Mundial del Comercio, que tiene al menos la ventaja de ser multilateral: del todo no consigue mandar nadie.Esto es así, repito, porque los Tratados de Libre Comercio, que no son libres, tampoco constituyen una alianza, como lo son la UE o los EU, sino un negocio. Y un negocio, por añadidura, a la colombiana: o sea uno en el que una de las dos partes sale tumbada, en lugar de que las dos resulten favorecidas y satisfechas, como ha sido el propósito del comercio desde los tiempos de los fenicios.La parte que sale tumbada es Colombia. Y el tumbe consiste en que verá destruido su precario aparato productivo, incapaz de competir "de igual a igual" con las gigantescas (y ahora además subvencionadas por cuenta de la crisis) industrias norteamericanas y europeas, y menos aún con sus agroindustrias hipersubvencionadas desde siempre: tarea imposible por mucho que se reduzcan aún más los salarios y se doblegue a tiros a los sindicatos. El crecimiento del desempleo, que será muy grande en la vapuleada industria manufacturera, será aún mayor en el agro: arrasador. Y se traducirá, como ya ha venido haciéndolo, en la multiplicación de la delincuencia de toda índole, desde las pandillas de raponeros de bus y fleteros de cajero automático hasta la "bandas emergentes" del narcotráfico y el paramilitarismo pasando, claro está, por la guerrilla. Crecerá la violencia, que a su vez empujará al desplazamiento y la mendicidad: ya no darán abasto los semáforos.Pues si bien es cierto que el auge guerrillero y paramilitar se financia con los dineros de la droga (como el auge bancario o el de las tiendas de cuatrimotos), hasta un concesionario de Maseratis están montando en Bogotá, como si en esta ciudad, o en este país, hubiera alguna calle o carretera por la que puedan andar sin desbaratarse las tripas de esos aerodinámicos carros de lujo. ¿Darán vueltas y más vueltas en redondo en las pistas de karts del autódromo de Tocancipá como caballitos de carrusel, llevando a bordo a sus dueños narcos o banqueros o políticos que se han robado un departamento...Si bien es cierto, digo, que el nervio financiero de la guerrilla y del paramilitarismo y de la delincuencia común es fundamentalmente la droga, su músculo militar está en el desempleo, y eso es así también para los soldados profesionales de las fuerzas del Estado. La razón de que haya reclutas dispuestos a tomar las armas en esos cuatro ejércitos es la falta de otras fuentes de trabajo que den de comer.Con lo cual, y no para eliminar sino para tener a raya a esos ejércitos, para sostener el elevadísimo gasto militar que ha permitido desmantelar en parte el paramilitarismo y mantener en jaque -aunque sin darle mate, a la guerrilla- será necesario volver permanente el impuesto de guerra. Y además expandirlo, tal como se lo pidió (¿o se lo ordenó) al gobierno el poderoso banquero Luis Carlos Sarmiento, para que lo paguen todos los colombianos. Así la costosa "seguridad democrática", que no lo es en sus resultados, lo será por lo menos en sus medios. Ponían la plata los ricos, y la sangre los pobres. Ahora los pobres tendrán la oportunidad patriótica de poner también la plata.Cohesión social, se llama eso.

COMENTARIO
Cohesión social es a lo que llamamos a la unión de varios individuos según sus necesidades pero el problema de la cohesión social es que satisface algunos y a otros no como es caso del TLC que según ellos pretende trabajar por igual pero la realidad es que es una competencia entre países de economías desiguales que pretende que colombia se enfrente contra Alemania que es "setenta y un veces más poderosa, sin embargo no decimos nada pues estamos acostumbrados a negociar a nuestra manera osea una de las dos partes sale tumbada, en lugar de que las dos resulten favorecidas y en el caso del tratado de libre comercion La parte que sale tumbada es Colombia. Pero es acaso no pensamos en las consecuencias pues con el TLC aumentara el desempleo, que será muy grande en la vapuleada industria manufacturera, será aún mayor en el agro: arrasador crecerá la delincuencia, el paramilitarismo y claro está la guerrilla

MINA DE CAJAMARCA

MINA DE CAJAMARCA
Esta es una situación para tener en cuenta pues no estamos hablando de cualquier cosa es de nada mas y nada menos que la explotación de oro la colosa en Cajamarca un proyecto que lo único que pretende es enriquecer a unos pocos y empobrecer a muchos y lo peor es que puede acabar muy mal si no lo detenemos a tiempo, pues a la multinacional surafricana Anglo Gold Ashanti no le importa acabar 515 de hectáreas de reserva natural, destruyendo la capa vegetal, suelos y acabar con 161 hacimientos de agua. Pues ellos no estarán dispuestos a invertir en la restauración del medio ambiente impactado por los daños que ellos hicieron. O es que acaso queremos terminar como en Yanacocha Perú